dissabte, 29 de novembre del 2008

Mama qué será lo que tiene Obama…


Situación:
Barcelona / 14:02 PM / Metro: Diagonal

Abuelita con aires de Mary Poppins intenta cargar sola un carrito de la compra al salir del vagón. Llego haciendo dotes de mi cordialidad y le propongo que me permita ayudarla. Una de dos: o soy un enclenque (cosa que intuía, ojo), o esa mujer lleva su provisión culinaria anual en la carretilla y no me lo quiere decir. Al verme al borde de la lumbalgia, la compasión embarga su avanzada sensibilidad y me propone probarlo juntos. Le advierto que no podremos, necesitamos refuerzos. Me mira fijamente con actitud de jovenzuela, la emoción la paraliza y antes de que se ahogue por el llanto, chilla posesa de entusiasmo: YES WE CAAAAN!!!

Todo el metro nos observa. Respiro profundamente, no me queda otra, lo probaremos juntos. Agarramos el carrito y el milagro sucede: el aparato flota y nosotros con él. Las escaleras parecen mecánicas: dos, cuatro, quince, treinta escalones… Salimos al exterior y nos sentimos como Forrest Gump y su abuela en la gran ciudad, todo va tan rápido que no tenemos tiempo de contemplarlo, el aire me paraliza el rostro, me siento libre, soy feliz!

Quieto. No me he dado a penas cuenta y hemos llegado a su portal. El viento ha hecho estragos en su veterana melena y ahora Mary Poppins me recuerda a Tina Turner, me mira como diciendo “¿lo ves?”. No contesto nada. Estoy atónito pero pienso: “lo he visto”.

dimarts, 25 de novembre del 2008

...



Nunca tuve un diario personal. Una de mis hermanas sí y lo guardaba bajo el último cajón de su armario. Yo lo ojeaba de vez en cuando por curiosidad y de paso, usaba la información a modo de chantaje emocional eventual. Los niños son crueles.


A cambio, crecí creyendo ser adoptado, típica mentira asumida a medias hasta bien pasada la pubertad. “Este tío es gilipollas” pensará el lector, yo prefiero llamarlo inocencia (resulta más suave).

Nunca me adoptaron aunque a decir verdad, probablemente nada hubiese cambiado demasiado. Los tiempos se transforman, los diarios también. Bienvenidos a mis Pensamientos de bolsillo.